New York

Estuve en Nueva York la semana pasada.
Mi primera vez en la gran manzana.

Tuve mucho trabajo los días anteriores al viaje así que no preparé nada. No reservé en ningún club de jazz ni tampoco en ningún teatro.
No tuve más que dejarme llevar por la ciudad.

Crucé Manhattan de norte a sur. Caminé casi diez horas y llegué a pensar que no quería parar jamás. Cada calle y cada escenario son el resultado de la diversidad. Fue como estar en todos los países por un momento. Fue dejar de especular para comprobar lo que sucede en un lugar con gente de todas partes del mundo.

Es verano, así que los turistas estaban por todos lados. Y también los chinos y los hindús y los árabes y los griegos y los latinos. Central Park estaba lleno de bikinis tomando el sol. Perros pedigrí paseando a sus dueñas talla 0, caballos con sillas que tenían cinturón de seguridad, breakdancers, lagos con tráfico de lanchitas, bruma de CO2, árboles gigantes, fuentes con lirios que eran reales, kebabs, gyros, hotdogs, inglés, español, francés, italiano, y por supuesto jazz.

Caminé por la 5ta Avenida y luego por Broadway St. Mis ojos estaban saturados de imágenes que mi cabeza no podía procesar. Intenté sentarme a escribir un momento, y no logré más que seis líneas con ideas inconexas. Comí un gyro, y una vitamin wáter.
Sólo tres días y las palabras todavía no salen.

Billie cantaba “autumn in New York”. Ya veo por qué no hay canciones sobre el verano. A todos nos deja secos.

"Puto el que lo lea" en el metrorail de NY. Foto: Alfred.
Central Park. Foto: Kika

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