El abasto de la humanidad y mis problemas de disciplina
Nunca me he caracterizado por ser disciplinada, pero me doy cuenta de
que mientras más años tengo, más la disciplina necesita ser parte de mi
vida. Lou siempre me lo dice y, yo, siempre le doy la razón, pero soy
un desastre.
¿Para qué la disciplina?
Últimamente he estado
analizando a la humanidad, así nada más, con observaciones cotidianas y
mis reflexiones en silencio. Desde que nos mudamos a San Miguel viajamos
mucho en carretera y, me parece, la carretera es el mejor momento para
pensar. Así que he pensado mucho.
El camino de San Miguel hacia
México, por ejemplo, es una súper autopista de cuatro carriles llena de
trailers que transportan todo tipo de mercancías, plantas industriales
que llenan el paisaje de huizaches con cubos de lámina gigantes;
gasolineras, OXXOs, Subways, Italian Coffees. Miles de autos y trailers
circulan por ahí a toda hora y yo solo pienso que la humanidad vive para
ser abastecida. Un sentido vital demasiado simple. Práctico, pero
simple. Hemos sofisticado nuestras vidas como humanos a tal grado que
únicamente trabajamos para abastecernos. ¿Pero nos abastecemos de qué?
Si Maslow tenía razón, primero satisfacemos nuestras necesidades
básicas: centrales de abasto en cada ciudad, camiones de papas,
jitomates, guayabas, perejil. Contenedores de manzanas de Washington, de
Jamaica de Sudán, de huevos Bachoco. CEDIS de Walmart en Tepotzotlán,
CEDIS de Soriana en San Juan del Río, todo funciona a partir de una red
de transporte que surte a las ciudades. Es complejísimo. Pudimos haber apostado hace cien años en los ferrocarriles y enotnces las carreteras serían solo largas serpientes de contenedores. Pero no, la gasolina, la industria automotriz, Ford...
Si todos tuviéramos una granja, tendríamos el abasto resuelto sin necesidad de la logística de los CEDIS. Sin trailers, sin tanto CO2.
Pero
Maslow también dijo que una vez que están satisfechas nuestras
necesidades básicas, nos volvemos insasiables. Así que en los CEDIS
también hay ropa de la nueva temporada, tenis con tecnología,
maquillaje, juguetes chinos, tuppers de todos tamaños y colores,
electrodomésticos con accesorios y cualidades nuevas y únicas,
computadoras, celulares, cables, USB...
Me pregunto cuántos SKU tendrá la lista de inventario de esas bodegas.
¿Y
si hiciéramos una lista de todos los objetos que tenemos cada uno en
casa? Levanto la vista de este monitor y tan solo en 50 cm a la redonda
tengo: 1 taza, 1 libreta, 1 cajetilla de 20 cigarros, 1 encendedor BiC, 1
cenicero de barro, 1 agenda, 1 pimentero, 1 salero, 1 servilletero,
estoy sentada en 1 silla que tiene 1 cojín, escribo sobre 1 mesa que
está sobre 1 tapete, hay 1 cargador de computadora, 1 USB conectada a
este ordenador, y más allá está el librero con cientos de libros, 4
velas, 2 matruskas, 1 repisa de concreto, 3 macetas, 1 perchero, 1
bocinas Bose, 1 cámara, 6 cuadros en las paredes, 2 portarretratos....
El número de objetos que tenemos en esta casa es infinito. Y así en cada casa. Y en cada sala. Y en cada refri.
El mundo tiene demasiadas cosas y solo trabajamos para hacer más cosas. Es cool producir, es cool ser emprendedor.
Me
da tanta hueva que la humanidad solo trabaje para su propio abasto. Al
final lo único que hacemos es "sobrevivir" sofisticadamente.
Es un momento histórico tan aburrido.
Habiendo
tantas cosas en qué entretenernos mientras nos morimos, caray. Nuestra
imaginación se debió haber averiado en algún momento después de la era de las cavernas. Nos volvimos locos de encierro en este planeta. Ni pedo.
Pero hablaba de mi disciplina.
Nos
haremos viejos, nuestro cuerpo necesita mantenimiento, hay que comer
bien, beber agua, hacer ejercicio y, como me dijo Francisco (en "El blog
de Happy Marmalades") lo demás es un buen café, un proyecto
emocionante, familia, amigos... Y entre tanto abastecernos de miles de
objetos, comida, ropa y regalos de navidad que hagan felices, al menos, a
mis suegros y a mis cuñados.
El mundo de los humanos es muy aburrido.
Hay
que darle espacio al arte. Y para eso también hay que ser
disciplinados, escribir a diario, cantar, buscar la poesía del mundo
como una actividad obligatoria en las mañanas, llorar de vez en cuando
en un atardecer, relajar las pupilas en el horizonte del mar; llenarnos
de paz, de silencio, de recuerdos viejos (que cada vez son más,
malditasea) y luego pensar, pensar, y escuchar a Bill Evans.
Mi
vida es ahora un torbellino de actividades que, si no logro
disciplinarme, me estaré perdiendo de todo esto que, curiosamente, es la
vida.
Lou me ha puesto horarios y estoy haciendo un gran esfuerzo por cumplirlos. Leer de 7am-8am, desayunar y bañarme de 8am-10am, trabajar en el taller de HM de 10am a 1pm, escribir de 1pm- 3pm, responder mails y chamba de computadora de 5pm-7pm. Meditar a las 8pm. Sabados y domingos pasear, ver películas, un concierto.
Los años pasan rápido, demasiado rápido. El tiempo simplemente se va.
Ahora lo entiendo (putamadre ya crecí).
Ahora lo entiendo (putamadre ya crecí).
Comentarios
la vida alrededor ya no es tan mía,
desde el observatorio de mi casa
la fiesta se resfría.
Los pocos que me quieren no me dejan
perderme solo por si disparato,
no tengo dirección para mis quejas
que tocan a rebato.
Acabaré como una puta vieja
hablando con mis gatos.
Superviviente, sí, ¡maldita sea!,
nunca me cansaré de celebrarlo,
antes de que destruya la marea
las huellas de mis lágrimas de mármol,
si me tocó bailar con la más fea,
viví para cantarlo.
Dejé de hacerle selfies a mi ombligo,
cuando el ictus lanzó su globo sonda,
me duele más la muerte de un amigo
que la que a mí me ronda.
Con la imaginación, cuando se atreve,
sigo mordiendo manzanas amargas
pero el futuro es cada vez más breve
y la resaca, larga.
Superviviente, sí, ¡maldita sea!,
nunca me cansaré de celebrarlo,
antes de que destruya la marea
las huellas de mis lágrimas de mármol,
si me tocó bailar con la más fea,
viví para cantarlo.
Lágrimas de Mármol
Joaquín Sabina
Saludos lectores.
Carlos