Por qué contamos historias
No conocía a Thomas Wolfe.
No conocía a Max Perkins, a pesar de que el primero escribió dos grandes novelas y el segundo editó a Fitzgerald y a Hemingway.
Pero hace unos minutos vi la película Genius.
En una de las últimas escenas, están Wolfe y Perkins en la terraza de un edificio abandonado de Nueva York. Una terraza muy alta. Wolfe le dice a Perkins que ahí vivió cuando escribió su primer libro y le dice también que muchas veces salió a esa terraza a mirar el atardecer, la ciudad tendida frente a él, el ruido, el caos abajo y él simplemente estaba ahí arriba escribiendo su historia.
Entonces Perkins, mirando el horizonte, le dice a Wolfe que él se imagina que en la era de las cavernas los hombres se sentaban alrededor del fuego, escuchando a los lobos en la oscuridad de la noche y que de pronto un hombre empezaba a hablar, contaba una historia.
"Contamos historias solo para que no nos asuste demasiado la oscuridad" dijo.
Y dos lágrimas se escurrieron, una en cada uno de mis ojos, hasta que mi boca las recibió temblando.
Sentí que lo había comprendido todo.
No conocía a Max Perkins, a pesar de que el primero escribió dos grandes novelas y el segundo editó a Fitzgerald y a Hemingway.
Pero hace unos minutos vi la película Genius.
En una de las últimas escenas, están Wolfe y Perkins en la terraza de un edificio abandonado de Nueva York. Una terraza muy alta. Wolfe le dice a Perkins que ahí vivió cuando escribió su primer libro y le dice también que muchas veces salió a esa terraza a mirar el atardecer, la ciudad tendida frente a él, el ruido, el caos abajo y él simplemente estaba ahí arriba escribiendo su historia.
Entonces Perkins, mirando el horizonte, le dice a Wolfe que él se imagina que en la era de las cavernas los hombres se sentaban alrededor del fuego, escuchando a los lobos en la oscuridad de la noche y que de pronto un hombre empezaba a hablar, contaba una historia.
"Contamos historias solo para que no nos asuste demasiado la oscuridad" dijo.
Y dos lágrimas se escurrieron, una en cada uno de mis ojos, hasta que mi boca las recibió temblando.
Sentí que lo había comprendido todo.
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