Escucho Bésame mucho
Escucho "Bésame mucho". En la impecable versión de alguno de tantos virtuosos tríos de jazz que no conozco. Malaya la hora en que perdí la hojita con los títulos de las rolas. Bésame mucho es una de mis canciones favoritas. Me gustan casi todas las versiones, excepto, curiosamente, la de Consuelito Velásquez..
Hacía varias semanas que no me daba tiempo de crear mi nicho de paz. Entre jazz, humo de cigarro y mi taza enorme de té de chai, con el cursor titilando en la página blanca del monitor. Es una lástima que dejemos pasar los momentos que nos gustan. Sin darme cuenta le he entregado mis mejores momentos al trabajo, y cuando llega el tiempo para mí, a pesar de mis esfuerzos, lo lleno con pensamientos que siguen conectándome con las comunidades, los proyectos, la organización, la gente… el trabajo. Mi amiga Xóchitl dice que lo más duro que le ha sucedido en la vida es convertirse en adulto. Y comparto su reflexión. Jamás pensé que tuviera que aprender a ser mayor.
Hoy caigo en cuenta que no he aprendido a trabajar.
No he logrado desvincular mi vida personal de mi vida laboral, aún con mi receta. Supongo que estuve tanto tiempo sin un trabajo activo que ahora que lo tengo quiero aprovecharlo lo más posible. Quizá estaba un poco harta del ocio, de los amigos, del bar de enfrente y, es posible que también lo estuviera de mis nichos de paz. Es posible. Pero lo anterior no justifica mi recién adquirida obsesión por el trabajo. ¿Será que me he vuelto tan pobre espiritualmente que me aferro a mi empleo? Puede ser. Lo que está claro es que al discutirlo en este texto es porque ya no lo disfruto.
Los días posteriores a mi confesión del post aquel estuve concentrada en cumplir con lo que me había propuesto: terminar el primer proyecto de comedores escolares. Resultó medianamente exitoso mi objetivo, pues contrario a relajarme sólo obtuve más trabajo: presupuestos, visitas a las obras, recibos deducibles de impuestos, facturas, depósitos, varillas, armex y toneladas de cemento. Luego entendí que apresurándome tampoco ganaba nada, así que mi lección de adulto de hoy es: con calma, baby..
Ningún adulto experto se afana en hacerse la vida pesada. Así que, como adulto amateur, comprendo que estoy tomando el camino equivocado. Y lo descubrí porque el contador que suele darme aventón a la oficina cuando estábamos por salir y nos explicaba los detalles de un reporte que no terminó dijo solemne: “Nadie quiere hacerse la vida pesada, las cosas se resuelven poco a poco, así que a disfrutar el fin de semana y el lunes ya veremos”.
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Te mando un abrazo.