Diez años después


En ocasiones el pasado vuelve para recordarnos que seguimos siendo sus esclavos; que la vida no se crea solamente en el presente sino que somos la suma de aquello que ya no queremos recordar.

¿Realmente las personas cambiamos?

El fin de semana me reencontré con mis compañeros de la secundaria. En San Miguel de Allende. Fue una experiencia que me había negado revivir y finalmente lo hice. La secundaria no fue mi mejor temporada, más bien podría decir que es el periodo compilatorio de mis peores momentos. Humillaciones, depresión, ansiedad, miedo, estupidez. Si algo arruina la adolescencia es adquirir tempranamente la sensibilidad. Vale más ser superficial; se sobrevive fácilmente.

Metros antes del lugar de la cita decidí armarme con una chafa-soberbia-protectora y entré en ese caro restaurante a platicar con mis compañeros diez años después. Estaba nerviosa, nerviosísima. Justo en la puerta tuve palpitaciones. Abracé a todos con una sonrisa y apenas vi al mesero ordené una cerveza. Me senté junto a una amiga, tratando de dispersarme un poco y descubrí de pronto que realmente estaba contenta de verla y de saber que sigue casada y tiene un hijo de tres años que se llama Sebastián. Frente a mí estaba un buen amigo, Oliverio, que ahora usa barba y su mentón parece estar más pronunciado. Luego Pepe Lámbarri que ya es actor de "Muchachitas", su primera telenovela en Televisa; César Avis, la promesa mexicana del golf que abandonó el deporte hace un par de años y apenas ingresó a la licenciatura. Más lejos en la mesa estaba Claudia (con sus ojotes de Shakira) que es la hija del nuevo presidente municipal panista; LuzMa convertida en ejecutiva; Martha que tiene un marido y dos hijos; Nancy que tiene un novio desde hace siete años; Karina con un hijo en la primaria y otra en preescolar; Argentina que es siquiatra y confesó tener un noviecito de 19 años; Liliana contadora como sus padres; Ximena que vive en México y sigue en la universidad; Karla convertida en comunicóloga (¡y quiere ser escritora! Dios nos libre) Andrés en el Tribunal Superior; Marco arquitecto...

Todos estrenamos vidas de adultos.

La reunión avanzó y el nerviosismo pasó lentamente. Mi posición ahí era más de observadora que de participante y, sin sorpresa, descubrí que seguimos siendo los mismos y que es posible que muchos no tengamos más que diez años encima. Algunos son más guapos y más seguros, pero no encontré nada espectacular. Fui la más estúpida de la mesa evaluando a todos detrás de mi escudo súper poderoso e impenetrable y terminé aburrida y cansada como debe estarlo una mosca tratando de salir por un cristal.
Olvidé que se vale disfrutar y dejar de pensar.

Como estaba previsto la reunión del restaurante se mudó al famosísimo "Grito". Y entonces, después de no sé cuántas bebidas intergalácticas con caballitos dentro de vasos multicolores, comprendí que estaba ahí para advertir que la Historia existe en cada uno de nosotros y que el pasado se queda impreso en nuestras venas y nos alimenta el corazón y la memoria.

Un mariachi nos interceptó en los portales; era el esposo de Dulce Mónica que le demostraba su amor a lo sanmiguelense. Aproveché el alboroto para zafarme con Andrés y contemplar la parroquia como cuando adolescentes; luego regresó Marco a buscarnos y en la plática nos dijo que estaba feliz de vernos y de obtener nuevos parámetros para medir su éxito como ser humano. "Todos ellos me han dejado saber en qué no quiero convertirme" y lo decía serio como si estuviera declarando ante el Tribunal donde trabaja Andrés. Nosotros reíamos a carcajadas. Marco siempre ha sido un cabrón, pero un cabrón inteligente. Así que con la lección aprendida regresé al bar que tocaba a Luis Miguel en sus enormes bocinas y abracé a todos con la sinceridad más profunda para agradecerles estar ahí. En algún momento sus vidas tocaron la mía y contribuyeron, tal vez menos, tal vez más, a convertirme en lo que soy.

Dicen que organizarán la reunión cada año. Y es probable que cada año esté ahí. Aunque aún no sé si lo haré por masoquismo, por morbo o por terapia.




1. La Parroquia de San Miguel desde la terraza de Portal 8. Foto: Kika.

Comentarios

H ha dicho que…
Me has contagiado enormemente con esa nostalgia de secundaria, y con otras penas que se juntan hoy en día.
No se si será porque de todas las personas que aparecen en la foto eres tu la única que creo conocer pero que en realidad no conozco, en el fondo te he conocido a través de todos estas líneas que me has dejado leer, pero irradias un brillo intenso alrededor de todas las personas que aparecen a tu lado, eres hermosa y en todas esos recuerdos que tengo de tus anteriores notas deseaba verte mas de cerca, deseaba ver con mas claridad esas imágenes y por fin lo hiciste, gracias Érika por dejarme verte mas de cerca.

Tu gran admirador H.

P.d. No dejes de escribir, anda alimenta nuestras almas con esas hermosas lineas.
Érika B Carrillo ha dicho que…
Querido y mudo H,
¿Cómo van las nostalgias hoy?
Es curioso que alcanzaras a ver las fotos pues justo al momento en que apareció tu mensaje las borré.
La vida en la red todavía no sé cómo llevarla, sabes. Y aunque, como tú, hay algunos que me conocen de letras, de pronto creo que este es el único medio que tengo para convertirme en un personaje; con el rostro que cualquiera desee otorgarme. Incluso yo misma. Ya ves, algunas somos románticas.

Te mando un gran abrazo.
Anónimo ha dicho que…
Disculpa que tardara 10 años en responder, pero estuve un poco ocupado, voy a retomar la lectura de tus líneas y espero que no tengan que pasar otros 10 años para saber que estás aquí.
H.

Entradas populares