El contrabajo


En un teatro, cuando la luz es tenue y los cuerpos de los músicos se distinguen apenas, los convierto en personajes de ojos profundos, con mentes seductoras y piel morena.
Los dibujo despacio, les otorgo una voz, un olor.
Y lentamente me uno a ese escenario que produce jazz.
Ejercicios de gente desocupada.
A menudo soy un contrabajo.
Siento los dedos de ese hombre mágico en mi abdomen, rozando mi ombligo, y escucho las notas que él tararea para volverme musical. El diapasón es mi brazo izquierdo, su cabeza está en mi cuello, y me besa y me canta en el oído las notas que toca con cuerdas imaginarias sobre mi piel. El placer llega despacio, como si el toque de sus dedos convirtiera mi cuerpo en una tela suave y ligera, me siento etérea; embriagada. Me convierto en la modelo de Man Ray, en el contrabajo de él, en instrumento. Y de mí brota tanta música que ya no sé si quiero ser mujer de nuevo.

Comentarios

Borrego ha dicho que…
Qué rico.

Entradas populares