Diario de la pandemia: Día 33

Gaviota y yo hablamos en el desayuno. Le pregunté sin rodeos dónde estaba.
Y dijo que estaba perdida, que se fue a quién sabe dónde, desde hace no sé cuánto.
Lavamos los trastes y después hicimos una palapa. Es en serio.
Tejer palma me destrozó las manos y, aunque pareció un buen día, un día espejismo, un día holograma, fue el día del anuncio del fin del mundo del fin.






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