En el parque
A me preguntó, ¿has visto a P? Le respondí que sí, “hace mucho que no nos veíamos, pero ayer nos encontramos en un restaurante que estaba cerca de su casa; solo pasó a saludarme, fue muy breve”. ¿Y cómo está? insistió A. “Muy bien, tiene una nueva mujer. Una gran mujer. Inteligente, guapa, talentosa… Empezaron a salir justo después de que terminamos, así que deben llevar más de un año”. Hablé con pausas, reconociendo lo que estaba diciendo, y al final, en un suspiro, le dije a A: Se ven bien. Lo están haciendo bien.
Silencio.
Silencio.
Una ola de conciencia del momento.
En mi corazón se dibujó un paréntesis invertido.
Mierda.
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